Encontrarse con una misma

 

Confesaré que cuando empezó toda esta locura que estamos viviendo, experimenté un momento de mucha confusión. Como muchos, no sabía muy bien cuál era mi papel en todo esto. ¿Hasta qué punto es buena idea que yo siga dibujando y hablando de mis cosas como si nada, cuando todo el mundo está sufriendo tanto? ¿Servirá de algo todo esto? ¿Le sentará mal a alguien que hable de las cosas buenas que estoy viendo en esta crisis? 


Conforme van pasando los días, todo va evolucionando. Parece que los datos empiezan a dar un respiro, a dejarnos ver la luz al final del túnel… pero supongo que de poco sirven los datos, cuando tu caso es uno de los que sí se han visto afectados. Cuando te ha tocado vivir una pesadilla en el trabajo, cuando has visto impotente cómo a tu alrededor todo se desmoronaba ante la locura... cuando has tenido que decir adiós sin decir adiós. 
 

No soy quién para hablar. Soy una gran afortunada y soy consciente de mi privilegio por tener simplemente una casa en la que poder hacer la cuarentena, comida en mi plato cada día y, sobre todo, salud. Pero es precisamente ahí donde reside mi responsabilidadahora mismo. Desde ahí es desde donde puedo ayudar. Por eso, voy a dejar de lado mis inseguridades y voy a compartir con vosotros lo que estoy sacando de esta situación, deseando que a alguien más le pueda servir para ver sus propias luces.

1.jpg

El duelo 

He leído varias veces estos días que estamos pasando un duelo a nivel colectivo. Yo no soy experta, pero por lo que sé, un duelo es aquello que experimentamos cuando perdemos algo, o a alguien. Es un proceso complejo y farragoso en el que procesamos, de muchas formas distintas, esa pérdida. Y en este caso, las pérdidas están siendo de muchos tipos: desde lo más pequeño, como renunciar a planes y proyectos que nos ilusionaban, hasta lo más difícil, que es perder a alguien que quieres. 

En general, creo que como sociedad estamos dándonos cuenta de que este virus nos va a obligar a replantearnos muchas cosas, y eso también es un duelo. Decir adiós al mundo tal y como lo conocíamos y aceptar una nueva realidad no es nada fácil, y cada uno lo llevamos como podemos. A algunos, nos ayuda mantener cierta sensación de rutina. A otros, lo que les pide el cuerpo ahora mismo es darse espacio para llorar, o para ver series. ¡Y todo está bien! No hay una forma de hacer un duelo que sea correcta y otra que sea incorrecta. Aquí no hay “deberías”.

Es evidente que nadie desea pasar por una situación así. Es una parte fea de la vida, eso de dejar ir. A veces te puede poner toda tu existencia completamente del revés. Pero al mismo tiempo, a veces ocurre que las transformaciones más importantes suelen llegar en momentos duros. Los momentos en los que nos encontramos con nuestro lado más vulnerable, cuando atravesamos situaciones difíciles, es cuando más crecemos.

2.jpg

El silencio en su máxima expresión

En estos momentos se nos está obligando, literalmente, a estar quietos. No tenemos escapatoria de nosotros mismos. A la mayoría de nosotros nos está tocando pasar la cuarentena en casa y nos está haciendo enfrentarnos al silencio, a nuestro propio silencio, debido a la falta de la mayoría de distracciones a las que solíamos recurrir. Y en el silencio y en la quietud, salen muchas cosas a la luz.

Yo, por ejemplo, estoy viendo más claramente que nunca de que necesito estar haciendo cosas siempre porque tengo interiorizado que mi valor reside en mi productividad. Y cuando me paro, mi mente no deja de hablar y de bombardearme con el millón de actividades que “podría estar haciendo” en este momento. Y si cavo un poco más profundo aún... creo que encuentro tanta incomodidad en el vacío porque no me siento segura ahí. Como si al parar, al bajar la guardia, fuese a ocurrir algo malo (“mejor seguir haciendo y haciendo, no me pille desarmada el peligro cuando llame a la puerta”).

Sin embargo, sigo creyendo que hay algo en ese silencio que alberga muchas respuestas (si no, no se llamaría así esta newsletter). Cuanto más lo practicamos, más conscientes nos hacemos de todo esto, y más aprendemos a llevarlo.

3.jpg

Encuentro con mi tirana interior

Mostrando mi lado más humano, os diré que yo he tenido un encuentro realmente desagradable estos días con mi propia vocecita. La misma que me repite constantemente “lo que debería estar haciendo”, es la que categoriza las cosas como “buenas” o “malas”, y me permite disfrutar de algunas de esas cosas pero me priva de otras. Os presento, señoras y señores, a mi ego. 

A veces pienso que es como si dentro de mí tuviera una pequeña tirana. Es la que me dice lo que puedo y no puedo hacer… “No comas esto, que es malo para ti. No te dejes esto sin terminar. Contesta a esta persona rápido, que si no se va a enfadar contigo. No te saltes el yoga de hoy, que vas a fracasar en el reto”. Es extenuante. Y estos días, a causa del confinamiento, está especialmente pesadita.

4.jpg

Sin embargo, me lo estoy tomando como una oportunidad, de nuevo, para cuestionar esta vocecita y cambiar, de una vez por todas, ese diálogo interno. La verdadera clave reside en ser consciente de que está ahí, desvincularse de ella, para no identificarse con lo que nos dice. 

Y así, poco a poco voy conversando conmigo misma, y cambiando el guión. Teniendo mucha paciencia, y sobre todo siendo muy compasiva. Lo estamos haciendo lo mejor que podemos. Hay que dejar de lado los juicios, sobre todo ahora.

5.jpg

Y sentir todo a la vez

Una de las cosas que me decía mi tirana interior, por ejemplo, era que “no debía compartir que estoy sacando cosas positivas de esta situación”, porque eso era un signo de privilegio y de falta de sensibilidad. Sin embargo, siguiendo con el espíritu de diálogo, me he recordado a mí misma que es humano experimentar varias cosas a la vez, se puede sentir tristeza, y al mismo tiempo agradecimiento. No es malo que puedas encontrar momentos de disfrute, agradecimiento e incluso cosas buenas en estos días, incluso aunque sepas que a nivel global está siendo un momento de crisis. Se pueden sentir muchas cosas a la vez. 

Algunas de las cosas buenas que estoy sacando de esta situación:

  • Siento una gratitud enorme por muchas cosas pequeñas que antes daba por hecho (un rayito de sol entrando por la ventana, poder tener comida en el plato, la sanidad que tenemos…)

  • Estoy comprobando que se puede tener muy cerca a la gente que quieres a pesar de la distancia física.

  • Estoy viviendo una reconexión con el placer de hacer cosas manuales porque sí: la cocina, el dibujar por dibujar…

  • Soy capaz de expresar mis necesidades aunque me cueste. Quiero seguir practicándolo.

  • He aprendido a hacer el mejor café del mundo mundial (ver mis destacados de stories)

  • Puedo bailar en mi cuarto como si no hubiera un mañana y desahogarme casi igual que si lo hiciera en el exterior.

  • Somos más capaces de crear nuestra propia realidad de lo que creemos.

Y tú, ¿estás descubriendo algo de ti durante estos días?

Muchas gracias por estar ahí. Aprecio enormemente que abráis y leáis estos emails que preparo con tanto cariño. Si quieres escribirme y compartir conmigo algo, aquí estoy. Y si has llegado hasta aquí y te ha gustado algún fragmento en particular, no dudes en compartirlo. Y acuérdate de etiquetarme, ¡me encantará verlo! 

 
 
Sara Peña MartínComentario